Este trabajo de investigación nació a partir del manifiesto de 1933, que fue parte de la obra mural Ejercicio Plástico, desarrollada por el “Equipo Poligráfico”, autodenominado así por sus integrantes, emblemáticos artistas latinoamericanos. Uno de los proyectos más importantes, que testimonia el trayecto que consolidó el arte argentino.
Para poner en contexto esta obra, recordemos primero que la producción plástica comenzó a consolidarse a finales del siglo XIX en Argentina, a través de diferentes procesos históricos de institucionalización y de profesionalización, en medio de discusiones sobre el oficio del arte. El surgimiento de las Academias y Museos Nacionales son posibles gracias a que hubo innumerables intentos previos que dan cuenta del deseo de concretar proyectos en el campo del arte que no llegaban a establecerse porque el estado no estaba constituido. Los artistas se formaron primero en Europa y a su retorno a Argentina empiezan a cuestionar dónde radicaba “lo nuevo y moderno”, encontrando su propio ámbito de legitimación a la que los autores llaman “modernidad de la periferia”, que no dependía de la modernidad de Europa, sino que respondía a problemas sociales que se vivían en la construcción de la nación argentina. Algunas de las figuras más relevantes de este periodo son Schiaffino, de la Cárcova, Giudici, Angel Della Valle y Eduardo Sívori.
En los años veinte, se sitúa el inicio de la vanguardia en Argentina, donde continúan debates y polémicas sobre el arte moderno en medio de la construcción de una identidad nacional. Se buscó integrar la herencia tradicional europea con la demanda de arte nacional y también la expectativa por un arte nuevo. Surgen varias opciones como respuesta que incluyen nuevos realismos que asimilaban experiencias de las vanguardias occidentales pero que mantenían un estilo propio; un arte tradicional con escenas figurativas y paisajes; así como también, novedosos recursos plásticos y obras de diferentes artistas. Xul Solar y Emilio Petorutti son los primeros artistas representativos de este periodo. Petorutti afirmó que se vivían una nueva era, no sólo de pintar, sino de “otro modo de ver”.
Más adelante, coincidiendo con el primer golpe de estado en Argentina, en 1930, regresan al país un grupo de artistas que tienen un rol trascendental: Antonio Berni, Lino Spilimbergo y Raquel Forner son algunos de ellos. Estos artistas se ven impulsados a comprometerse con la realidad sociopolítica que se vivía. Un periodo en el que las prácticas artísticas eran inseparables de los temas políticos, dando como resultado nuevas técnicas que se integraban a los espacios de exposición y los museos de Buenos Aires, Rosario y La Plata. La política de esta época era el motor de la vida intelectual. La urgencia de responder a los desafíos en un clima de luchas y tensiones, inspiraba a artistas comprometidos con la búsqueda de libertad y justicia.
Antonio Berni, es una de las figuras más relevantes del arte del siglo XX. La historiadora Diana Wechsler, hace un análisis del papel del artista a principios de los años treinta, en que se debatía el arte entre el campo social y el arte surreal, y en este ámbito, Berni recorre ambos caminos conciliándolos. La autora desarrolla el recorrido del artista desde varios aspectos que testimonian procesos clave que se dieron en el mundo del arte de la época.
Después de su estadía por Europa y de recibir influencia de los surrealistas Aragón, Dalí y del italiano De Chirico, expone en “Amigos del Arte” sus trabajos hechos en Francia. Obras donde agrupa elementos en un espacio sin atmósfera en la pintura y también incorpora nuevas técnicas como collage y grabado. Sus obras denotan un juego paródico e iconográfico que se va implicando en la problemática social y compromiso político revolucionario contemporáneo. Es así como surgen sus temas del movimiento obrero, desocupación y la realidad de los sectores populares. Son obras de gran tamaño, casi murales que reflejan personajes cargados de “vida interior” (Desocupados, Manifestación y Chacareros).
Aunque también realiza otras obras que mantienen la monumentalidad en el tratamiento de las figuras, sus obras más relevantes reflejan contenidos de denuncia social. Sin embargo, su obra no se enmarca en el “Realismo Socialista”, sino que es un realismo de “nuevo signo”, porque no abandona la libertad del artista en el uso de recursos plásticos.
El compromiso de Berni no sólo era pictórico, él generó en Rosario un espacio nuevo “Mutualidad Popular de Estudiantes y Artistas Plásticos”, que funcionó como un promotor que buscaba implicar al arte con la política. Además anuncia en la revista Forma que el arte no es simple retórica, sino que es “un espejo sugestivo de realidad espiritual, social, política y económica de nuestro siglo”.
Esta actividad y giro social está marcado por un encuentro con Siqueiros, muralista mexicano invitado por “Amigos del Arte” para dar charlas que contribuyan a relacionar el arte con el campo social. Siqueiros realiza una crítica radical del sistema artístico, y es fuertemente atacado y considerado peligroso dentro de la esfera política. Es en ese momento que nace un proyecto conjunto sin precedentes.
La obra Ejercicio Plástico se concretó en 1933. Una obra de muralismo realizado sobre paredes, piso y techo de un sótano semicilíndrico en el sótano de una quinta en Don Torcuato, Buenos Aires. El lugar pertenecía a Natalio Botana, fundador del diario Crítica, quien encargó la obra.
Este trabajo fue realizado por el grupo “Equipo Poligráfico” conformado por el muralista mexicano David Alfaro Siquieiros y los pintores argentinos Lino Enea Spilimbergo, Antonio Berni y Juan Carlos Castagnino, junto al escenógrafo uruguayo Enrique Lázaro.
El mural consiste en cuerpos que parecen bailando y flotando con sensación de movimiento. La intensión apunta a que el espectador se sienta como en una caja de cristal en el mar. La técnica utilizada es fresco sobre cemento y silicato de etilo y ocupa 90 metros cúbicos de volumen aéreo y 200 metros cuadrados de superficie.
La obra fue abandonada durante décadas sufriendo el deterioro del tiempo hasta su remoción en 1990, donde fue seccionada y almacenada en contenedores en La Matanza hasta el año 2003, en que fue considerada un bien artístico histórico nacional, aunque permaneció hasta el 2008 en esas condiciones para después ser restaurada y hecha pública. En el año 2010, Ejercicio Plástico es inaugurado en el Museo del Bicentenario, actualmente Museo Casa Rosada y por primera vez visto por cientos de personas.
El Manifiesto es un documento realizado por los artistas como parte del proyecto que consiste en explicar “Qué es Ejercicio Plástico y cómo fue realizado”. En el texto firmado por sus integrantes, hacen una explicación técnica de su innovador desarrollo y explican que el proyecto es una acción colectiva que tiene como fin potenciar la creatividad, realizar una “gimnasia plástica”, un ejercicio de experimentación sin pretensiones ideológicas ni de contenido político social, es concebido como un espacio de innovación.
Su explicación técnica detalla el uso novedoso que reemplazaba los bocetos por la fotografía y el cinematógrafo que proyectaba imágenes sobre el muro. También registra el uso de pinturas industriales aplicadas con aspersor sobre la superficie seca, entre otros aspectos técnicos experimentales.
Estudiar esta obra, el proyecto que involucró y su entorno, es tener un acercamiento sensible con su valor histórico. Aunque el fin de los artistas fue buscar imprimir un carácter transformador a la pintura mural, utilizando nuevas tecnologías, no dejó de constituir un testimonio de la intensidad que se vivía en el momento marcado por el contexto y la búsqueda apasionada de los artistas por consolidar un arte moderno, independiente y comprometido.
El arte en este sentido se enmarca en las redes y patrones cooperativos de las que habla Howard Becker en su libro “Los Mundos del Arte”, Sociología del trabajo artístico, coincidente en esta característica también con “La teoría de los gustos” de Piere Bourdieu, que considera los gustos artísticos como el encuentro entre historias concertadas, sujetas a condicionamientos del contexto donde se enmarcan.